Hace tiempo en un siglo tecnológicamente algo lejano…
Antes de la aparición en los 90′ de internet, y de la influencia de las mayores empresas tecnológicas de nuestra era (los GAFA,-acrónimo de los Google, Apple, Facebook, Amazon), muy pocos eran capaces de imaginar el poder y la influencia que la tecnología iba a suponer en nuestras vidas. Internet ha sido el artífice de una revolución que ha cambiado nuestra historia más reciente.
La tecnología se ha ido adentrando en nuestras vidas hasta el punto de que muchas de las cosas que pasan alrededor no las vemos. Como ejemplo, podéis imaginaros comprando un billete de avión desde vuestra casa con todas las comodidades del mundo pero, ¿habéis reparado en la cantidad de datos que hay detrás? En todos los impactos publicitarios recibidos, en las ofertas relacionadas recibidas después, en cómo os sigue la misma zapatilla de hace cuatro días por la web… pues esto que pasa comprando un billete por internet podrá pasar (y ya está pasando) en la vida real.
Lo que sucede es que en cierta manera, la tecnología ha dado al cliente el máximo poder, – aparentemente-, haciendo que sea éste, y no los vendedores, quien decida lo que quiere, cómo, dónde y cuándo lo quiere. Somos, en definitiva, un supercliente y el supercliente ya quiere integrar definitivamente cosas del mundo off con el mundo on, su vida personal y su vida profesional. Una realidad, que ya se empezaba a ver mucho antes de la irrupción de La COVID.
¿Quién será el supercliente del futuro?
El supercliente del futuro (al que muchos llaman ya usuario 3.o) será cualquiera de nosotros. Será como un superhéroe…¿Por qué? Porque tendrá la mejor visión sin tener la mejor vista, calculará como un superordenador, hará millones de comprobaciones, trazará las mejores rutas, se informará más de lo que muchos pensamos y será casi omnipresente; estando en varios sitios al mismo tiempo, ¿cómo?…gracias a una o varias varitas mágicas, hoy conocidas como wearables, y mañana quién sabe si será como chips…
Y lo ‘único’ que hará que una persona se transforme en un superhéroe no será una mutación, sino la tecnología. Ya vemos a personas hablando con su reloj para conectar su televisor, su lavadora, ¡el microondas! Vamos a ver como no harán falta probadores en las tiendas, cómo desde una chaqueta podemos elegir la música de nuestra lista de spotify, cómo podremos ver nuestras rutas, con los kilómetros recorridos diariamente…en definitiva, esas películas futuristas al estilo minority report se pueden hacer realidad.
Laura, el consumidor del futuro en las artes gráficas y audiovisuales
¿Son ajenas las artes gráficas y las audiovisuales a este fenómeno? Jamás, y como muestra de ello, vamos a hacer un viaje al futuro… te presento a Laura; una chica de unos 30 años que quiere comprarse una camiseta personalizada por ella misma a través de una app de su propio iPad.
Ha encontrado varias empresas de serigrafía (tras ver unos vídeos promocionales muy chulos) pero necesita saber que éstas respetan los colores del diseño, y conocer de primera mano la tela y los colores de la camiseta, y se la quiere probar. Para ello, se crea un perfil a través de un app de una de las empresas serigráficas, elige tallas, colores, modelos y sube su diseño a la app y lo coloca en el lugar deseado en su camiseta. Con unas gafas de realidad virtual visualiza su diseño.
Cuando tiene un borrador de lo que quiere, se va a la tienda física a probárselo, –Webrooming-. Al entrar, lo primero que le llama la atención es que la camiseta con su diseño estaba esperándola en la entrada (la app había identificado que había entrado en la tienda, y un robot había colocado su camiseta en el interior de la tienda). Y sin embargo, tras probársela, decide que el color no la convence. En ese momento, el operario aparece, le comenta que no hay ningún problema porque tarda 2 minutos en imprimirle su diseño en una nueva camiseta.
Asimismo, preocupada pregunta: «¿y vais a tirar la anterior?»
La respuesta del operario es: «no, imprimimos en una impresora digital que es capaz de reimprimir hasta 20 veces sobre nuestro material textil».
Ella tranquila, pasea por la tienda viendo los expositores y se percata de que los textos de descripción de productos y precios son digitales (simulando el papel) y están perfectamente sincronizados con la web. Tras mirar dentro de la tienda las opciones de camisetas y colores, no encuentra un color que la satisfaga, así que decide buscar por voz desde su teléfono móvil otras opciones de camisetas donde pueda colocar su diseño.
Tras marcharse de la tienda, le llega un mensaje bluetooth a su smartwatch ofreciéndole un descuento automático del 10% si lo compra en la tienda anterior pero ya era tarde, había pagado con bitcoins en la aplicación de la segunda tienda por una reserva con opción a cancelar para ver si tenía la camiseta deseada. Fue a probárselo a esa tienda, y cuando llega (tras una hora de recorrido), ya tenía preparado su vestido junto a un packaging personalizado que le encanta. Se lo prueba y tanto color como tela y forma le encantan y se lo queda.
Después de comprar, comparte su camiseta en algunas de sus redes sociales y manda una nota de voz a sus amigas contándoles la existencia de las dos tiendas. Laura ha tenido una experiencia de compra.
Esto que Laura ha hecho en este viaje al futuro en el que la hemos acompañado de compras, y es lo que seguramente pase en los próximos años.
Al supercliente que llega no se la van a volver a dar con queso…
Experto en la creación, gestión, estrategia y difusión de contenidos. Bloguero y apasionado desde hace muchos años a las artes gráficas.
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