Audiolibros y libros (sea en papel o en digital) no son lo mismo, como tampoco la radio, aunque se emita con vídeo en televisión, deja de ser radio.
Hace sólo unos años, muchos pensábamos y visionábamos que el libro digital conviviría con el tradicional libro en papel, si bien relegado a ediciones limitadas y de extraordinaria calidad (y precio también). Pero el libro en papel, que parece que lo aguanta todo, sigue llevándose la hegemonía del sector editorial suponiendo más del 90% del sector.
Por ejemplo, en Suecia, tras unos años con tabletas digitales y libros electrónicos sustituyendo a los libros de texto tradicionales, y tras ver los bajos resultados educativos, están dando marcha atrás y recuperando el formato papel en los libros de texto.
Del mismo modo que libro en papel y libro digital son parecidos, pero a su vez, muy diferentes, audiolibros y libros no son lo mismo.
Audiolibros y libros, dos productos diferentes
¿Serán los cascos y los altavoces los que cambien la tendencia de consumo del libro? La respuesta corta es no.
Del mismo modo que una adaptación cinematográfica de un libro no es el libro en sí, una novela narrativa y una novela audiovisual, aunque la segunda sea una adaptación de la primera, no son productos editoriales similares o comparables.
La historia es la misma, pero el tratamiento narrativo de la misma, y sobre todo, el papel que juega el cerebro y los sentidos en uno y otro formato, convierten al audiolibro en un producto más cercano al cine que a la lectura.
Que ambos contengan la palabra «libro», puede hacernos pensar que hablamos de productos sustitutivos, una diatriba que sí creo que existe entre el libro digital y el libro en papel, con todos sus condicionantes, pero que no tiene sentido aquí.
El canal comunicativo es diametralmente opuesto. Leer y oír son dos cosas diferentes. La primera exige cierta concentración, es menos tendente a la multitarea y requiere en definitiva atención. La segunda, salvo excepciones, no exige esos niveles de concentración.
La coexistencia de audiolibros y libros
Sí, reconozco que los audiolibros son muy útiles, permiten que lleves un montón de lecturas en tu bolsillo y no es, aparentemente, una opción cara.
Es más, son una solución fantástica para revisar ciertos manuales, para resumir o «leer» en momentos donde tengas que hacer otras cosas como conducir, para aprender idiomas (el ámbito que más se presta a lo audiovisual y a la interactividad) como entretenimiento y, además, el abaratamiento de los costes puede hacer que sean un producto mucho más accesible que sus análogos en papel.
Sin embargo, a pesar de todas sus ventajas, lamento recordarte que son productos distintos. La radio es a la televisión lo que el audiolibro es al libro en papel.
Sí, los audiolibros son eminentemente más prácticos, pero son limitantes en el poder de la imaginación que ofrece un libro escrito, donde es tu mente (y la de nadie más) la que debe no sólo dibujar e interpretar la obra, sino también poner las voces y los ritmos de lectura.
A pesar de eso, lo lógico es que los audiolibros y los libros en papel coexistan, porque tienen utilidades distintas y van dirigidos a personalidades bien diferenciadas.
Experto en la creación, gestión, estrategia y difusión de contenidos. Bloguero y apasionado desde hace muchos años a las artes gráficas.
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