Qué vas a ver aquí
- Breve historia y antecedentes de la edición impresa
- El siglo XV: los primeros incunables
- El siglo XVI, la producción editorial en el Renacimiento
- El siglo XVII, la edición impresa en el Barroco
- El siglo XVIII, la edición impresa en el ‘siglo de las luces’
- Siglo XIX, la democratización de la edición impresa
- El siglo XX, de la propaganda a la internacionalización de la industria editorial
El paso de la edición manuscrita a la edición impresa se remonta al nacimiento de la imprenta.
En la historia, existen importantes antecedentes en la edición impresa, que van desde los discos de Festos (de arcilla, considerados el primer objeto impreso), a los sellos, los tipos móviles en madera, cerámica y estaño (China y Corea) o la xilografía (en Europa).
El conocimiento de estos métodos, así como el aumento de la demanda de libros, debido a su símbolo de estatus social y a la necesidad de una herramienta de difusión rápida y repetitiva, dan lugar a la invención de la imprenta en 1440 por parte de Johannes Gutenberg y su famosa Biblia de 42 páginas.
Breve historia y antecedentes de la edición impresa
Como sabes, este alemán ideó los tipos móviles de plomo y adaptó una prensa de uvas para la impresión de papel. Estos tipos móviles hechos de plomo, antimonio y estaño contienen signos y letras que se combinan a voluntad y pueden ser reutilizados.
Sin embargo, la Biblia de Gutenberg no fue el primer libro impreso. Ese honor le corresponde al Sutra del Diamante, una obra cuya única copia encontrada está fechada el 11 de mayo del año 868, siendo considerada la primera edición impresa de la historia, hecha en Xilografía.

El siglo XV: los primeros incunables
Con este invento, surgieron los primeros libros impresos en occidente. En ellos, se imita la escritura, el color y la ornamentación de los manuscritos por los cuales se intenta en un principio que pasen, y se dejan espacios en blanco para realizar iniciales y otros adornos.
Estos libros se consideran ‘incunables’, son libros impresos con tipos móviles entre 1.440 dc y 1.550 dc. Los primeros incunables y los últimos manuscritos son muy similares, ya que se trataba de imitar los códices medievales.
Se caracterizaban por el formato grande, la ausencia de portada, los datos en el colofón, la falta de signos de puntuación, el uso de la letra gótica (que más tarde será sustituido por la romana), el uso exagerado de abreviaturas, y las ilustraciones para las que se dejaban espacios o se realizaban por xilografía o grabados. Un buen ejemplo son las ilustraciones de Durero, como las del libro ‘Apocalipsis’.
El nuevo invento se difundió rápidamente por Alemania, destacando el impresor Antón Koberger (el padrino de Durero). La expansión al resto de Europa se debió al peregrinaje de impresores a países donde eran requeridos.
Destacan ‘El juicio final’, ‘Misal de Constanza’ (cuando Gutenberg se asocia con Johann Fust, que le financia un taller tipográfico) y la ‘Biblia de las 42 líneas’ o ‘Biblia latina’ (1452).
Así, la imprenta se estableció pronto en Italia, especialmente en Venecia, en Francia, gracias a profesores de la Sorbona, y en Inglaterra por primera vez en Westminster. Para que te hagas a la idea, en 1470 existían doce localidades con talleres de impresión, en 1489 una centena, y a finales de siglo XV, más de doscientos lugares tenían imprenta.
La primera edición impresa en España fue el ‘Sinodial de Aguilafuente’, el primer incunable de este país. Fue impreso por Juan Párix, el impresor que estableció la primera imprenta de España en Segovia, aunque existieron otras en Barcelona, Zaragoza y Valencia, siendo Granada la última ciudad en tenerla.
Con 48 hojas impresas y 14 en blanco, este incunable español recogía las reformas promovidas por el obispo Juan Arias Dávila y discutidas por la sociedad de la época.
La invención de la imprenta supuso el fin definitivo del poder cultural de la Iglesia en el siglo XV, y benefició a las bibliotecas. En Italia reciben un gran impulso gracias a figuras como Petrarca, el papa Nicolás V, los Médicis o Miguel ángel, mientras que en Francia Luis XI funda la Biblioteca Real en París.
El siglo XVI, la producción editorial en el Renacimiento
Durante la primera mitad de este siglo, el libro impreso aún convive con el manuscrito. Por su parte, la imprenta se ve favorecida por el mecenazgo y porque los impresores pasan a ser eruditos influenciados por el espíritu humanístico y renacentista. Además, se consolidan los talleres fijos, con los que la producción de libros pasa a ser masiva aumentando también la lectura.
En la segunda mitad de siglo, el libro impreso va abandonando las características de los incunables y adquiriendo otras propias: la decoración y la encuadernación son típicamente renacentistas, se usa cada vez más la portada y la letra romana, se pasa a encuadernar en piel y cartón abaratando el libro, y las ilustraciones se vuelven calcográficas.
No obstante, aumenta la censura limitándose el establecimiento de talleres de imprenta, aprendices en ellos, máquinas y clases de caracteres y negándose la posibilidad de hacer ningún trabajo sin permiso de los censores.
En España, el siglo XVI es el sigo de Oro de las ciencias, las letras y la tipografía. Destacan como autores Garcilaso o Góngora, cuyas primeras ediciones se hicieron en mala calidad, y como obras El Lazarillo de Tormes o los seis tomos de la ‘Biblia políglota complutense’ de Alcalá de Henares, escrita en hebreo, caldeo, griego y latín, patrocinada por el cardenal Francisco Ximénez de Cisneros que tardó 3 años en imprimirse (1514-1517).
Las imprentas ambulantes desaparecieron y el arte tipográfico se concentró en Madrid, donde destaca el taller de Juan Cuesta, que realiza la primera impresión de ‘El Quijote’.
En Francia, destacan Miguel de Montaigne, creador del ensayo como género literario, y tipógrafos y editores como: Garamond (fue el primero en especializarse en el diseño, grabado y fundición de tipos aunque editó también libros) y la familia Estienne (saga de impresores y editores que tradujeron numerosos clásicos). En Inglaterra sobresalen por su lado Tomás Moro y la editorial de Cambridge.
Otros personajes importantes dentro de la edición impresa en este siglo son Aldo Manuzio y Alberto Durero.
En el caso de Manuzio, es considerado el primer editor comercial, al plantear la edición como un todo: planificación, producción y comercialización.
Estableció un taller en Venecia a finales del s.XV, cuyo fin era imprimir obras clásicas principalmente del griego aunque también editó obras de autores contemporáneos. Algunos de sus libros fueron los antecedentes de los de bolsillo y en ellos utilizó un nuevo tipo de letra encargada a Grifoo (cancilleresca, cursiva o itálica). También fundó la Academia Aldina y comenzó a usar un sello con el que marcaba sus publicaciones.
En el caso de Albert Durero, hablamos del artista más famoso del renacimiento alemán. Conocido por sus pinturas, dibujos, grabados (tanto xilográficos como calcográficos) y escritos sobre el arte, ejerció una gran influencia en los artistas de este siglo, y sobre todo en el uso de la Xilografía y los grabados en el proceso editorial.
Su influencia fue decisiva para que se diseñasen y maquetasen libros con espacios en blanco para incorporar posteriormente las ilustraciones y ornamentaciones.
El siglo XVII, la edición impresa en el Barroco
Es el siglo del Barroco y se caracteriza por la crisis económica generalizada que afecta también a la industria del libro y por el dominio por parte de la burguesía del comercio y los negocios.
Como personajes cabría nombrar a Galileo, Descartes, Newton o Calderón y Cervantes en España. En este periodo, la mercantilización afecta al sector del libro haciendo que se editaran más rápidamente los más demandados pero descuidándose las calidades, imponiendo tasas y apareciendo las primeras ediciones pirata.
También surgieron las primeras publicaciones periódicas.
Las primeras fueron los ‘Ocasionales’, en formato libro y con portada ilustrada, que contenían informaciones puntuales de carácter excepcional. Más tarde llegó ‘Las Relaciones’ que recogía semestralmente los principales acontecimientos europeos. Por último, estarían las Gacetas, semanales.
Estas publicaciones llegaron tarde a España, y crecieron lentamente por la escasez de demanda.
En nuestro país se introdujo en este siglo la figura del depósito legal por la cual se condecía la la biblioteca del El Escorial el privilegio de recibir un ejemplar de cada libro impreso.
El siglo XVIII, la edición impresa en el ‘siglo de las luces’
Es el denominado Siglo de las luces y en él se da el triunfo de la razón, que da lugar a un gran desarrollo de enciclopedias y diccionarios, así como de las publicaciones periódicas como agente difusor de las ideas políticas y sociales (la primera diaria fue The Times en Inglaterra).
En lo relativo a la industria del libro, esta se caracteriza por un resurgimiento en el arte tipográfico, una recuperación en la calidad de la imprenta, la introducción de grandes mejoras técnicas y la preocupación por la calidad del libro. En este período, las ilustraciones se hacen especialmente con grabado en cobre, las portadas se vuelven sencillas y el formato disminuye.
En general, todos los productos impresos se abaratan en este siglo debido al aumento de tirada, el empleo de nuevos materiales y de nuevos procedimientos, destacando, cómo no, la aparición de la Litografía.
El descubrimiento por parte de Alois Senefelder en 1796 de este sistema de impresión indirecto tuvo incidencia directa en la escalabilidad y expansión de la edición impresa en siglos posteriores, comenzando a aplicarse para la replicabilidad de ilustraciones, siendo mucho más eficaz y eficiente que los métodos de este siglo en las ilustraciones. De todo ello se aprovecharon grandes impresores y tipógrafos de la época.
Pero será durante los siglos XIX y XX cuando este sistema de repulsión agua-tinta, se eficiente e industrialice a otro nivel, dando lugar a la democratización del libro y del resto de productos editoriales.
Algunos personajes importantes de este siglo, y que hoy dan nombre a algunas de las tipografías más usadas del mundo, serían el francés Pierre S. Fournier (autor de ‘Manual tipográfico’), Willian Caslon, John Baskerville (calígrafo, editor, grabador e impresor en Cambrigde, que obtuvo el papel satinado y tintas más brillantes), Giambattista Bodoni (impresor de la corte y tipógrafo), Francois Didot, F.A Didot (librero e impresor que estableció el punto didot y modificó la prensa de imprimir) y Fermín Didot (diseñó la romana moderna e inventó la estereotipia).
La edad de oro de la tipografía española
En España, durante este siglo, se da un mayor contacto con el extranjero y con Carlos III aparece una renovación tipográfica y un renacimiento del libro, considerándose este siglo la Edad de Oro de la tipografía española.
Además, este rey abolió la tasa obligatoria a la que debían venderse los libros, eliminó la concesión de privilegios de impresión, eximió del servicio militar a los trabajadores de este campo, concedió ayudas para el perfeccionamiento profesional en el extranjero, aplicó distintas medidas económicas como la rebaja del precio del plomo y fundó la Calcografía Nacional.
Siglo XIX, la democratización de la edición impresa
La nueva sociedad industrial influyó notablemente en la comunicación impresa en general y en el libro en concreto, el cual sufre una gran transformación motivada por diferentes factores: aumento de la riqueza, extensión de la enseñanza a clases más amplias y desaparición de censura y privilegios.
En conclusión, el libro se vuelve un instrumento de difusión de la actualidad y llega a sectores más amplios de la sociedad.
La función de autor se independiza de la de impresor y librero, comenzando a destacar su figura, y surgiendo importantes editoriales para hacer frente a la creciente demanda. Es el momento en el que se desarrolla el negocio del proyecto editorial tal y como lo conocemos.
Esto se debe a que se dan una serie de avances tecnológicos en las artes gráficas que posibilitan la mecanización de la imprenta a escala industrial.
La industrialización definitiva de las artes gráficas
Por un lado en los materiales… destacan la máquina continua de fabricación de papel (N.L Robert), la utilización de pasta papelera para fabricar papel obtenida de la madera (Keller).
Por el otro en la impresión, con la máquina de imprimir totalmente automática movida por vapor (Koning).
Y por supuesto, avances en la composición mecánica. Desde la invención de la imprenta, la composición de textos había sido manual. Esto es, las letras se cogían una a una de sus respectivos cajetines en la caja tipográfica y se colocaban en un componedor para formar líneas, viéndose las letras como en espejo. Entre líneas se incluía una delgada hoja metálica que se denominaban junto con los espacios, blancos.
A finales de siglo, aparece la composición mecánica de textos con la linotipia y la monotipia. La primera fue construida por el ingeniero alemán Othmar Mergenthaler, y combina en una sola máquina composición con matrices y fundición de líneas completas, haciendo circular las matrices a partir de un almacén situado encima del teclado. La monotipia por su parte fue inventada casi al mismo tiempo que la anterior por Lanston y se basa en la composición y fundición de tipos sueltos.
Estos métodos se utilizaron para componer los textos de libros y periódicos a finales del siglo y hasta mediados del XX, cuando surge ya la fotocomposición.
Para las ilustraciones, se usaba la litografía hasta que surgió la fotolitografía. En lo que al encuadernado se refiere, se pasó a hacer con procedimientos mecánicos reservándose las encuadernaciones artesanales a las obras de lujo.
Todo esto ha permitido que se produzcan a escala industrial multitud de productos editoriales tanto publicitarios (como carteles publicitarios, anuncios en periódicos) como publicaciones diarias. Destaca el prolífico desarrollo de la prensa, especialmente en la segunda mitad de siglo.
En España durante el siglo XIX, destacan como impresores Manuel Rivadeneyra, Antonio Sancha y José Lázaro y como género la prensa periódica que experimenta un gran incremento en la segunda mitad de siglo especialmente con periódicos de corte político como ‘El Imparcial’ y revistas. No obstante, la producción editorial seguía siendo más baja que en otros países.
El siglo XX, de la propaganda a la internacionalización de la industria editorial
Durante la primera parte del siglo, la edición impresa es utilizada fundamentalmente como herramienta de transmisión de ideas con un claro componente emocional, en los diferentes conflictos bélicos acaecidos. Prueba de ello es el auge del cartelismo, en particular el cartelismo alemán.
Acabadas las guerras mundiales, se da un gran cambio moral, intelectual y tecnológico que influye en la industria editorial y gráfica, dando lugar a movimientos intelectuales y artísticos como el modernismo o el futurismo, que provocan cambios en los acontecimientos y formas de los productos editoriales: fotomontajes, nuevas tipografías y nuevos diseños de páginas y productos.
La internacionalización de la edición impresa
En el sector editorial se producen absorciones, dando lugar a grandes grupos editoriales con proyección internacional.
La globalización se hace efectiva a partir de los 70′ en todo el sector editorial occidental. Esto supone un mayor intercambio entre las editoriales de los diferentes países, y que tiene su reflejo en el aumento de las traducciones profesionales, entrando a formar parte indivisible del proceso editorial.
Esto provoca un aumento significativo en los títulos publicados, el número de ejemplares de las tiradas, el rango de productos editoriales ofertados.
Surgen los premios internacionales, que servirán de plataforma a autores y escritores… Nobel, Pulitzer, Cervantes.
Viendo el éxito de estos premios, y ante el aumento de la oferta, acaece también la necesidad del Marketing Editorial, necesario para la diferenciación y venta en para la comercialización.
En esa línea, las editoriales ven el potencial de los premios literarios como herramienta de marketing y crean los suyos propios (Nadal, Planeta, etc.) para promover a sus autores y hacer publicidad de las obras galardonadas antes de su publicación.
Las evoluciones tecnológicas más significativas para la edición impresa del siglo XX
A medida que se implantan nuevas tecnologías (digitalización, formatos de archivos electrónicos e Internet) se amplía el rango de los productos editoriales ofertados: se vuelven polivalentes, multifuncionales y dependientes del dispositivo de visualización.
Se da un desarrollo tecnológico de todos los sistemas de impresión tradicionales siendo todos ellos métodos de alta escalabilidad (destacando el huecograbado en prensa y el offset en revista) y de los procesos gráficos en general.
Además, aparece la impresión digital y el software de autoedición, que serán parte fundamental en las siguientes décadas. A mediados de los 80, la empresa Apple Computer lanza al mercado un nuevo ordenador que permite ver en la pantalla lo que se obtendrá impreso (Wyswyg).
Asociado a ese ordenador surgen los primeros software de edición y maquetación:
- Aldus, lanza Pagemaker en Apple en 1987, siendo la primera aplicación de maquetación profesional.
- Posteriormente le suceden QuarkXPress primero. Líder hasta que Adobe lanza el lenguaje de descripción de página Postscript, momento donde destrona a QuarkXPress como líder de la maquetación profesional lanzando Adobe InDesign.
El resto no deberíamos considerarlo historia, pues todavía estamos viviéndola. Serán otros quiénes escriban las páginas que hablen de la historia de los libros y revistas no impresos, como el audiolibro o el libro electrónico, e incluso qué pasará con la Inteligencia Artificial.
El futuro de la edición impresa (o no) tiene pinta de que será una gran historia.
Experto en la creación, gestión, estrategia y difusión de contenidos. Bloguero y apasionado desde hace muchos años a las artes gráficas.
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