Qué vas a ver aquí
En esta ocasión escribo sobre otro de mis gustos; las muñecas Lele (conocidas como las leles, a veces escritas como Lelë) que colecciono desde hace una década.
La muñequita que por tanto tiempo vi entre las calles del centro de mi país y que no pude apreciar hasta que mi mamá compró una cuando yo ya era una adolescente.
No obstante, al tener a esa primera representación del arte otomí entre mis manos es que me ha brindado un nuevo tipo de amor; Lele, que en otomí significa “bebé”, y es bien sabido que esta palabra de manera espiritual significa esperanza, renacer, trascender, alternativa, evolución, un inicio que representa la conexión emocional y la ternura asociándose a la infancia.
Algo de historia y origen de las muñecas lele
Las leles son originarias del municipio de Amealco, del estado de Querétaro, México, y fueron nombradas Patrimonio Cultural del estado de Querétaro el 18 de abril de 2018, siendo uno de los orgullos nacionales.
En cada Navidad y para la llegada de los Reyes Magos en el centro del estado se engalanan en las plazas principales; sin embargo, en cualquier época del año puedes encontrar alguna artesana vendiéndolas.
En 2019, una muñeca Lele gigante recorrió el mundo, visitando ciudades como Londres, Madrid, Sidney, Chicago, Montreal, Shanghai, San Francisco, Los Ángeles y Toronto. También desde ese año, en el patio posterior del Monumento de a la Revolución en CDMX llegan expositores-vendedoras a endulzarnos la vista.
En mi primer viaje a Puebla en 2011, compré una Lele pequeña, que además es un adorno para el refrigerador; aún no me había decidido por coleccionarlas por lo que no la considero como la primera.
En marzo del 2015 fue cuando viajé por completo sola y entonces lo decidí, en cada viaje procuraría que llegara una Lele a mis manos y no bastándome con eso, les doy nombre; en algunas ocasiones me baso en el nombre de la artesana que me la vende; de algún otro elemento importante como el nombre de mis amigas o el nombre de la mamá de mis amigos; siempre pidiendo poderles darle ese nombre.
A veces no llega una sola; a veces vienen abrazadas otro estilo de muñecas; sin embargo, es mi gusto regresar a casa con mis manos llenas de colores y listones engalanando una muñeca.
El proceso artesanal de las leles
Las artesanas otomíes dedican un cuidado excepcional a la creación de cada muñeca Lele en un proceso artesanal que más que un trabajo, es una herencia.
Dicho proceso comienza con la meticulosa tarea de cortar la tela, donde cada corte es realizado con precisión para asegurar que las piezas encajen perfectamente. Luego, ensamblan las partes con gran destreza, uniendo cada sección de manera que la Lele cobre vida.
El acabado de cada pieza incluye una decoración que refleja la creatividad única de cada artesana, lo que garantiza que ninguna muñequita sea igual a otra.
En una ocasión en el lobbie del hotel me dispuse a comprar una porque en ningún momento encontré a una artesana; la chica que me atendía estaba con cara de enfado, apresurando que ya eligiera una y ya; «todas son iguales» dijo.
Mi respuesta fue enérgica:
- “¡Te equivocas! Algunas son de cabello negro, pero otras son rubias (estambre amarillo) y eso las vuelve distintas”.
Y justamente ese día, llegó una rubia a mis manos.
Los colores vibrantes de sus vestidos y las cintas que adornan sus hermosos cabellos son un verdadero reflejo de la diversidad y riqueza cultural que caracteriza al pueblo otomí.
Este proceso artesanal no es algo que se realice rápidamente; de hecho, cada muñeca puede tardar varias horas en estar completamente lista, lo que la convierte en una obra de arte única e irrepetible. Cabello castaño, amarillo, azul, rosa, por mencionar algunas.
Cada muñeca, confeccionada a mano con telas coloridas y cintas tradicionales, no solo es un objeto decorativo, sino que también representa la identidad, la historia y la creatividad de las comunidades indígenas mexicanas.
Las muñecas lele se convierten así en portadoras de una cultura rica y variada, transmitiendo la esencia de sus creadores a través de cada detalle y diseño. Se dice que la primera de ellas lleva su cabello negro trenzado y sus listones tricolor, representando a mi bandera. Sí también tengo una así.
Hasta el momento de la redacción de este articulo cuento con unas 60, incluyendo Panchitos, de quien hablo en líneas a parte.
Una Lele representa una mezcla rica entre las costumbres prehispánicas y las influencias de las comunidades españolas. Se piensa que las primeras versiones de estas muñecas fueron creadas utilizando materiales como arcilla, hojas de palma y cabellos de maíz.
Estas muñecas eran colocadas en las tumbas de los infantes con el propósito de proteger a sus almas de espíritus malignos. Con la llegada de los españoles, las muñecas comenzaron a ser comercializadas en los mercados locales, convirtiéndose en una alternativa ideal a los juguetes que se importaban desde España.
Características de una muñeca Lele
Se identifican por sus largas trenzas de colores, su corona adornada con lazos multicolores y su vestimenta tradicional. Aunque en años recientes se han permitido explorar más con su creatividad y vemos diferentes vestimentas e incluso interpretaciones de elementos de la cultura pop.
Su diseño único; sí, cada una es única, como cada persona que somos únicas ellas también lo son; ya sea su peinado, el color de su cabello, de sus moños y el estilo de su vestidito; incluso su tamaño, desde monumental hasta miniatura.
La auténtica Lele, siempre lleva su pañal de bebé. Sí, todas tienen sus “enaguas” blancas. Se elabora totalmente a mano. Sus caritas suelen ser sonrientes y están sentadas. Hasta le fecha donde las he visto y comprado, ninguna de ellas viste con pantalones, siempre con sus preciosos vestidos.
Cada muñeca narra una historia de preservación cultural y se ha transformado en un ícono que impulsa el arte popular de México a nivel global.
¿Has visto a Adele con su muñequita? Los otomíes son un pueblo indígena originario de dicho país que reside en el centro. Se consideran uno de los pueblos más antiguos de la nación y están relacionados con la cultura olmeca. Se encuentran en los estados de Hidalgo, México (de dónde soy originaria), Querétaro, Guanajuato, Veracruz, Puebla, Tlaxcala y Michoacán.
Los colores vibrantes y los intrincados bordados de la muñeca Lele no son meramente decorativos; cada uno de ellos lleva consigo significados profundos que reflejan una conexión íntima con la tierra, el agua y la naturaleza. Estos elementos visuales se convierten en un vehículo de comunicación que narra historias ancestrales, simbolizando la rica herencia cultural indígena de las comunidades otomíes.
Cada diseño es una manifestación única de la identidad y la creatividad de las artesanas, quiénes, a través de su trabajo, preservan y transmiten tradiciones que han perdurado a lo largo de generaciones.
La muñeca Lele se convierte así en un símbolo de resistencia cultural, donde cada puntada y cada color se entrelazan para contar la historia de un pueblo que valora sus raíces y celebra su diversidad.
En este sentido, la muñeca no solo es un objeto, sino un testimonio vivo de la riqueza de la herencia indígena, que invita a todos a apreciar y reconocer la importancia de mantener viva esta tradición en el mundo contemporáneo.
Resignificación de la muñeca lele en la actualidad
La cultura pop ha influido profundamente en la manera en que se perciben y se celebran las tradiciones indígenas. A través de la resignificación, elementos culturales que una vez fueron considerados tradicionales se reinterpretan y adaptan a contextos contemporáneos.
Este fenómeno no solo enriquece la cultura popular, sino que también permite a las nuevas generaciones conectarse con su herencia cultural de una manera más significativa.
Un ejemplo destacado de esta resignificación es la muñeca Lele, una figura emblemática que representa la riqueza de las tradiciones indígenas.
La muñeca Lele como hemos comentado, no solo es un juguete, sino que simboliza la identidad, la historia y las costumbres de los pueblos originarios. A través de su diseño y los materiales utilizados, la muñeca cuenta historias de resistencia y creatividad, convirtiéndose en un puente entre el pasado y el presente.
En el contexto actual, la muñeca Lele ha trascendido su papel como objeto tradicional, integrándose en la cultura pop.
Su imagen se utiliza en productos comerciales, arte y redes sociales, lo que permite que la cultura indígena llegue a audiencias más amplias. Esta visibilidad no solo promueve la apreciación de las tradiciones indígenas, sino que también plantea cuestiones sobre la apropiación cultural y la necesidad de respetar y preservar estas tradiciones en su forma más auténtica.
Así, la muñeca Lele se convierte en un símbolo poderoso de la mezcla entre la cultura pop y las tradiciones indígenas, representando un camino hacia la valoración y el reconocimiento de la diversidad cultural en el mundo moderno.
Gracias a la cultura pop, también las podemos apreciar en accesorios en bordado o pintura: en gorras, sombreros, blusas, vestidos, zapatos, dulceros, llaveros, calcetines, sudaderas, suéter, aretes, libretas, bolsos. En todas partes si así se da la oportunidad.
Tengo un sello “avatar” que lleva la imagen de una Lele. Y por si te lo preguntas, tengo al menos una representación de lo que he mencionado.
Para una ocasión en la que hicimos intercambio de regalos en mi grupo de amigos, Elsa mencionó que ella quería un objeto personalizado que le recordara al amigo que le dio el obsequio; tuve la fortuna de que en el sorteo apareciera su nombre; le dibujé una Lele y le decoré una libreta.
Pastora, charra, Catrina, bruja, “abuelita”, chef, ‘ayudante de Santa’, ángel, princesa de Disney©, con canasto, ‘Frida Kahlo’, con penacho, floral, tejidas símil a una ‘amiguri’ y me gustaría ampliar la lista, con emoción seguiré llenando la sala.
Hace algunos años una de mis compañeras me confesó que deseaba una, regalada, que no deseaba comprarla; me complació que me compartiera su deseo y fue tan emocionante poderle cumplir su sueño. Porque en mi trabajo, así como saben que me gustan los colores vivos saben que me fascinan estas muñecas.
De este modo, la muñeca se presenta como un claro ejemplo de cómo la tradición y el arte pueden unirse para formar un símbolo que atrae y conecta a personas de diversas culturas.
No es raro que cualquier visitante extranjero se lleve consigo una hermosa pieza. Su participación en ferias internacionales y su distinción como Patrimonio Cultural han incrementado su valor, estableciéndola como un ícono del arte popular mexicano.
Amar una muñeca no te vuelve infantil
Cuando amas “algo” que se considere para niños hay quien inmediatamente te etiqueta de infantil. Pienso que se necesita de mucha madurez para aceptar que has crecido y que tu niño interior no se murió, se encuentra viviendo en otra etapa y que ser coleccionista es una gran experiencia.
Leí en alguna ocasión que también es terapéutico y puedes ayudar a sanar un fragmento ese infante. Puede ser. No soy experta en el tema, sin embargo, donde si concuerdo es que ser feliz es un camino no una meta única; se forja con los días, las acciones y los buenos recuerdos.
También hay quien dice que no se debería obsesionar con lo material, que al final de cuentas al marcharnos no llevaremos esas posesiones y estoy de acuerdo, lo que si no considero es tener que privarse de los placeres de la vida con la fatídica idea de que en algún mañana ya no estaremos; si la vida me lo permite, deseo ampliar mi colección y si fuera necesario u oportuno, hacer una donación para el disfrute de alguna otra generación; por ahora deseo seguir disfrutando de la majestuosidad de mis muñecas, conmigo.
Y estoy abierta para recibir alguna otra muñeca que represente la cultura de mi bello país. Mis brazos estarán dispuestos para abrazarles y contar con emoción a la artesana que no me gusta que las coloquen en bolsa o bien en otro caso, me organizo con una para ir en su búsqueda. Y ver su emoción al decirles: “a eso vengo, por ellas”, “las colecciono”.
Panchito, el compañerito de Lele
La muñeca Lele cuenta con su fiel compañero, Panchito, otro muñeco tradicional de Querétaro, con características similares. Sin embargo, es común encontrarlo con otros nombres como Juanito o Santiaguito, dependiendo del lugar de fabricación.
Tienen menos años de producción, son un poco menos comunes, y sus sombreros semejan a los reales. En mi lista también se incluyen e igualmente han empezado a ser influenciados por la cultura pop.
Decir que las amo es poco. Esta escritora de colores se llena de gran emoción cuando las veo, aunque no siempre tenga el recurso, el hecho de que se crucen por mi vista es una maravilla.
Y confieso que cada ocasión es más complejo elegirlas, ya que si busco con calma las características que me hace más sencillo brindarles mi cariño. Esta es sólo una selección de algunas representativas.
Así que la próxima vez que te encuentres frente a una muñeca Lele o un pequeño Panchito, no pienses que estás ante un simple objeto decorativo.
En realidad, estás observando una verdadera obra de arte que encapsula la profunda pasión, la rica historia y el arduo trabajo de un pueblo que se resiste a olvidar sus profundas raíces culturales.
Cada detalle de estas muñecas refleja el compromiso y la dedicación de quienes han trabajado para preservar su legado, y es un recordatorio palpable de la importancia de la identidad y la tradición en un mundo que, a menudo, olvida su pasado.
Algunas fuentes consultadas:
Lissete Ingelmo es diseñadora gráfica especializada en Tipografía y docente con casi diez años de experiencia. Su segunda pasión es escribir.
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